Es necesario que se baje la presión fiscal a agricultores y ganaderos reduciendo esos módulos del IRPF, lo que supondría una disminución proporcional de la base imponible derivada de los rendimientos de la actividad agraria y, con ello, el resultado de su declaración de la renta. Y además, es necesario que esto se haga antes de que se inicie el plazo de presentación de la declaración de la renta.
Si tenemos más gastos que ingresos es fácil comprobar que las cuentas no salen. Sin embargo, esa es la situación en la que se encuentran hoy muchos de nuestros agricultores y ganaderos extremeños tras la pérdida de producción registrada en muchos cultivos de nuestra región por las altas temperaturas y la sequía, que han hecho de 2017 un año muy complicado.
Por eso, desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura hemos solicitado una reducción en los módulos del IRPF en la Declaración de la Renta de ese año 2017 de los agricultores y ganaderos extremeños que estén acogidos al régimen de estimación objetiva agraria, que es el mayoritario en este sector, con más de un millón de declarantes en todo el país. Se trata de que la fiscalidad de nuestros agricultores y ganaderos se amolde a la realidad de sus producciones, porque si los costes suben y las producciones bajan –hasta el 80% en algunos casos-, no podemos hablar de viabilidad de las explotaciones ni de futuro de nuestra agricultura y ganadería.
Es necesario que se baje, por tanto, la presión fiscal a agricultores y ganaderos reduciendo esos módulos del IRPF, lo que supondría una disminución proporcional de la base imponible derivada de los rendimientos de la actividad agraria y, con ello, el resultado de su declaración de la renta. Y además, es necesario que esto se haga antes de que se inicie el plazo de presentación de la declaración de la renta.
Las situaciones excepcionales registradas el año pasado por meteorología adversa han generado una situación preocupante en el sector agroganadero extremeño ante la gran merma que ha supuesto de producción y rentabilidad, acuciada por una profunda crisis de precios, tanto de los productos a vender como de los suministros que se compran. Y eso incide, sin lugar a dudas, en la sostenibilidad económica de las explotaciones, en la renta de nuestros agricultores y ganaderos y en el futuro que tiene nuestro campo y que siempre hemos defendido desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura.
De ahí nuestra petición, porque, como decíamo al principio, las cuentas no salen. El año 2017 ha sido nefasto desde el punto de vista meteorológico por la extrema sequia que viene padeciendo el campo extremeño, las olas de calor y las importantes tormentas registradas en los meses de mayo, julio y agosto, afectando a todos los sectores agroganaderos y generando importantes pérdidas económicas por el descenso de la producción.
Ahí tenemos la bajada de ingresos, que desciende aún más si tenemos en cuenta los precios en origen que reciben nuestros agricultores y ganaderos. Pero es que a ello hay que restar además el incremento paulatino de los costes de producción. Y entonces es cuando esa operación matemática no se sostiene. Esa situación real del campo extremeño es lo que queremos que se tenga en cuenta a la hora de tributar y de ahí que hayamos pedido una actualización de los índices del IRPF de 2017.
Esta solicitud se ha planteado a la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura para que, a su vez, la haga llegar al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para que sea tramitada así ante el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas a fin de que se modifiquen los índices de estimación objetiva para el IRPF 2017.
Esta solicitud de reducción que hemos presentado desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura es para el sector de la aceituna, con pérdidas del 50% de la producción de aceituna de mesa en el olivar de secano y del 75% en las comarcas del norte de Cáceres; y para el sector vitivinícola, por el descenso del 42% en la producción respecto a la campaña anterior.
También se han visto afectados los cultivos de higo -con pérdidas de hasta el 70% por las altas temperatura y falta de agua-, el maíz, el arroz, la castaña –con pérdidas del 20%-, el tomate, la fruta de hueso, el pimiento, el melón, la cereza, el girasol y los cereales de invierno.
En el caso de la ganadería, el año 2017 ha sido desastroso para la ganadería en extensivo debido a la sequía, que ha incrementado los gastos de las explotaciones ganaderas en un 30% respecto al año anterior, debido a que los ganaderos han tenido que suplementar al ganado, al carecer de comida en el campo, de forma similar a una explotación intensiva con piensos concentrados y paja, que han incrementado su precio.
A ello se añade que las grandes inversiones que han debido realizar numerosas explotaciones ganaderas para acarrear agua, al quedarse sin ella de forma natural, y abrir nuevos pozo, construir aljibes y charcas e incluso comprar agua.
Especial mención requiere el sector apícola, que ha tenido probablemente la peor campaña apícola desde hace más de 30 años después de que la mayoría de zonas productoras las mieles claras sufrieran una drástica reducción de la producción, de hasta el 80% en relación a la media de un año normal, mientras que en el caso de las mieles oscuras fue de un 60% respecto a la media de un año normal, y el polen seco y fresco fue de más de un 50%.
Con todo ello, desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura creemos que son las Administraciones quienes deben que generar políticas que corrijan estas desigualdades, como son medidas de política fiscal para paliar en cierto modo las pérdidas que sufre el sector productor como eslabón más débil de la cadena alimentaria.