Hay que poner en marcha medidas reales contra el cambio climático, a la vez que apostamos por el regadío y por políticas fiscales beneficiosas para agricultores y ganaderos, porque estas situaciones de sequía se volverán a dar dentro de unos años y probablemente de forma más extrema
La situación de sequía que estamos atravesando es más que evidente y la sociedad no será consciente de ella y de su gravedad hasta que empiecen las restricciones de agua para su consumo. En el campo venimos advirtiendo de dicha situación desde hace tiempo. Y sólo había que mirar el estado de nuestros embases y ríos, donde el nivel de agua es bajísimo, dejando al descubierto incluso numerosos puentes y antiguos pueblos que quedaron inundados tras la construcción de pantanos.
De momento, esta sequía ha generado en el campo importantes pérdidas en absolutamente todos los sectores agrarios y ganaderos. Aunque es complicado cuantificarlas, valga como dato que Agroseguro va a pagar en indemnizaciones casi 40 millones de euros a agricultores y ganaderos extremeños y 728 millones a nivel nacional. De ahí que siempre hayamos defendido desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura la importancia de asegurar las producciones, la fiabiliad de nuestro Sistema de Seguros Agrarios y la necesidad de aumentar la dotación presupuestaria para fomentar el aseguramiento y de continuar mejorando las coberturas del mismo, tal y como seguimos haciendo desde la federación de cooperativas.
Las producciones agropecuarias están muy expuestas a los riesgos de la naturaleza y el resultado económico de las explotaciones, y por tanto de la renta de los agricultores y ganaderos, está directamente relacionado con la evolución de la actividad meteorológica a lo largo de la campaña. Y este año ha sido desastrosa por la falta de lluvias y por las altísimas temperaturas registradas. Tan altas que el pasado mes de julio tuvimos la temperatura máxima absoluta más alta de la serie histórica: 45,4 grados. Además, los termómetros superaron en algunos puntos de Extremadura los 39 grados durante más de nueve horas y media durante un día. Y todo ello, sin duda, afectó a todos los cultivos.
A ello se une un invierno y primavera cálidos y unas precipitaciones que no alcanzaron ni el 75% de los valores normales.
El cambio climático es una realidad y su impacto está rompiendo con el necesario equilibrio que los agricultores y ganaderos necesitan para rentabilizar sus explotaciones. Tenemos que poner nuestro foco de atención en adoptar medidas que lo palíen, porque no podemos quedarnos sin la agricultura y ganadería modernas y respetuosas con el medio ambiente que tenemos hoy y que nos permite tener los alimentos con los que comer cada día.
A esta medida a largo plazo se suma otra a medio plazo: apostar por el regadío en Extremadura; y a corto plazo, poner en marcha medidas fiscales que ayuden a agricultores y ganaderos a que las pérdidas económicas sean algo menores y que puedan continuar el próximo año con su importante labor.
En Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura trabajamos ya para solicitar la reducción de módulos de IRPF en la próxima declaración de la renta para los sectores agrarios y ganaderos, debido a las mermas que las duras condiciones climáticas han provocado en las producciones agrícolas y ganaderas en Extremadura llegando en muchos casos al 70% de la producción.
Debido a la sequía no hay pastos con los que alimentar el ganado, debiendo recurrir a los piensos, que afectan a la rentabilidad de la explotación. Es más, muchos ganaderos están comprando también agua debido a la escasez.
En el cultivo del olivar, la ausencia de precipitaciones durante todo el año, y sobre todo en estos últimos meses de septiembre y octubre, está provocando pérdidas en el sector de la aceituna de mesa, al que se dedican 20.600 hectáreas. La falta de agua ha provocado que en zonas donde tradicionalmente se produce aceituna de mesa se haya perdido toda la producción, como por ejemplo en Sierra de Gata, con importantes perjuicios económicos.
La campaña vitivinícola se ha cerrado en Extremadura con un dato desastroso de producción, porque supone un descenso del 42% respecto a la pasada campaña; mientras que el sector apícola ha sufrido una de las campañas más difíciles de las últimas décadas. La práctica totalidad de la cosecha de primavera se ha perdido por cuestiones meteorológicas, ya que la falta de lluvia obligó a los apicultores a suplementar con alimento las colmenas.
Los efectos del calor en el cultivo del tomate generaron daños importantes en las plantaciones sembradas a primeros de abril. En en otros cultivos hortícolas como el melón o los pimientos, el calor provocó pérdidas muy importantes debido al asolanamiento de los frutos. Mientras, el arroz también ha visto mermada su producción debido a las altas temperaturas, que han provocado una sobremaduración, generando muchos granos vanos y reduciendo los rendimientos del cultivo.
El cultivo del higo también se ha visto fuertemente afectado por la sequía y altas temperaturas, produciéndose descensos de producción superiores al 80% en algunas parcelas; del mismo modo que el cultivo de la castaña, con una bajada del 70% de la producción, debido al mal cuajado del fruto por el calor del verano.
Todo ello pone de manifiesto que debemos ir todos a una y poner las bases para que estas situaciones, que se volverán a dar dentro de unos años, tengan una respuesta contundente desde el primer momento. Las Administraciones, autonómica y estatal, deben tener como principal política afianzar el Sistema de Seguros Agrarios para que pueda hacer frente a estas nuevas situaciones, que en el futuro pueden ser más extremas.