Desde años trabajamos en Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura por la igualdad de oportunidades, por el acceso de la mujer a órganos de dirección de cooperativas, pero ¿hemos sabido normalizar la situación en torno a este asunto?
El valor de igualdad es uno de los principios innatos en las cooperativas, donde todos los socios tienen los mismos derechos sin distinción, lo que es base para desarrollar la ventaja democrática que tenemos frente a otras empresas.
Desde hace unos años en Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura estamos trabajando por que esa igualdad sea también de oportunidades, es decir, entre hombres y mujeres, para lo que estamos desarrollando múltiples actuaciones, sensibilizando y dando las herramientas necesarias para promover e impulsar esa igualdad efectiva en la presencia de mujeres en los órganos de decisión de nuestras cooperativas.
Si hacemos una especie de radiografía en cada una de las cooperativas extremeñas, la imagen que nos sale es muy similar en todas: actualmente hay cada vez más mujeres trabajando como técnicos en las cooperativas, lo que es reflejo del alto nivel de capacitación y formación. En determinados sectores ocupan la gran mayoría de la plantilla de trabajadores, especialmente durante las campañas agrícolas. Hay muchas mujeres socias de cooperativas, aunque en algunos sectores el número es mucho menor. También hay cooperativas presididas por mujeres, aunque pocas. Y algunas más cuya gerencia la ocupa una mujer.
Pero siendo sinceros ¿hemos sabido normalizar la situación en torno a este asunto? Quiero decir que nos encontramos ante una situación en la que las mujeres no han accedido o no han podido acceder a estos puestos de responsabilidad por distintos motivos. Por eso tenemos que pasar a la acción ya en este asunto. Dejarnos de palabras bonitas, discursos rimbombantes en torno a ello. Pasar de creer a hacer.
Y ahí sí hay que sensibilizar dar herramientas, pero también hay que trabajar en motivar a las mujeres para que accedan a esos puestos, dándoles todos los recursos de los que disponemos para ello. Y así fomentar ese cambio por la igualdad, porque una paridad impuesta no tiene sentido y lo que debemos hacer es luchar y trabajar para allanar todo lo posible el camino a esas mujeres en el acceso a esos puestos de responsabilidad.
Los cargos deben ser ocupados por personas. Personas profesionales y conocedoras de los distintos sectores y con formación suficiente para saber desarrollar este tipo de funciones con eficacia. Debería ser algo normal y no tratarse por el hecho de ser mujer, por eso estamos haciendo muchos esfuerzos para aumentar la presencia de mujeres socias en los órganos directivos de las cooperativas y que el papel de las socias sea más visible.
Cierto es que hay muchos clichés que cambiar en nuestra sociedad y ahí la educación es básica. Lo que transmitamos en este sentido a las generaciones que vienen es lo que va a marcar nuestro futuro. En muchos sentidos. En todos los sentidos.
Por eso tenemos que ponérselo fácil a esas mujeres que quieren y valen más que de sobra para estar ahí. No por ser mujer. Ni tampoco que los cargos se ocupen por ser hombre. Tenemos que cambiar los formatos de nuestras empresas, que tienen que ven en la flexibilización para la conciliación una ventaja. Nadie organiza ni rentabiliza nada como una mujer.
Las cooperativas hemos sido pioneras en muchas cosas. Somos las empresas que más nos arriesgamos, las que más nos preocupamos por nuestro territorio y nuestra gente. Y por eso tenemos que avanzar también en este aspecto, librándonos de estereotipos y facilitando a las mujeres, la mayoría de ellas del ámbito rural que es donde nos asentamos las cooperativas, que puedan ocupar estos cargos directivos.