Mucho se ha hablado sobre las distintas peticiones del sector agrario, pero que se pueden resumir en una: necesitamos mayor atención por parte de las autoridades autonómicas, nacionales y europeas, que son las que diseñan las políticas futuras sin tener en cuenta al propio sector.
Hay mucha preocupación ante un futuro incierto. Y existe un gran malestar porque no se nos hace caso ni se valora nuestro trabajo, que es alimentarnos a todos. Y la llama ha prendido en toda Europa ante la indiferencia, a todos los niveles, hacia el sector.
Sin duda, el cambio climático es ya una realidad y el sector no está en contra de los objetivos medioambientales, pero necesita que se pacte un calendario adecuado para logarlos, con financiación y herramientas correctas para ello. Salvar el planeta no debe recaer en agricultores y ganaderos. O no únicamente en ellos. Porque, claro, 500 aviones privados despegando tras la última final de la Super Bowl no contaminan. Pero producir alimentos de calidad, sí.
Quizás es algo que deberían pararse a pensar quienes se sientan en los despachos a decidir cómo debe ser el modelo productivo agrario, que deben tener en cuenta sin rentabilidad, sin personas y sin actividad económica en nuestras zonas rurales no se va a conseguir ningún tipo de sostenibilidad. La transición medioambiental debe contar con el sector productor y debe garantizar la rentabilidad de la actividad agraria, porque la agricultura y ganadería no son las culpables, sino las principales aliadas para luchar contra el cambio climático.
Eso no se ha tenido en cuenta y de ahí surgen estas protestas agrarias por toda Europa, como resultado de la imposición de políticas medioambientales sin contar con el sector, con desconocimiento de la realidad productiva, inaplicables, incoherentes con la realidad de los mercados y desdeñando su impacto social y económico en la mayoría de las explotaciones agrarias.
Estamos luchando por nuestra supervivencia. Y sentimos las molestias que puedan ocasionar nuestras protestas, pero el hartazgo ante el maltrato constante al sector ya es inaguantable, al igual que la frustración por no poder llevar a cabo nuestro trabajo, que es producir alimentos de calidad para todos. Sería bueno contar con la empatía de toda la sociedad, igual que la tienen otros sectores que reclaman mejoras laborales.
El sector agrario lleva años reclamando soluciones a situaciones que actualmente son ya insostenibles. Sin embargo, en este tiempo los problemas han continuado y nadie escucha al sector. De hecho, muchos de esos problemas se han agravado, haciendo aún más compleja la situación y la crisis que vivimos, que está llevando al cierre de explotaciones agrarias familiares y profesionales. Y sin agricultores y ganaderos, no tenemos comida.
Debemos cumplir cada vez más objetivos verdes, sin que aumente la rentabilidad. La producción de alimentos, tan esencial para todos, se ha relegado y está subordinada a exigencias ambientales difíciles de cumplir.
Ni la Comisión Europea ni el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en España, encargado de gran parte del desarrollo de las políticas que penden del Pacto Verde que afectan a la producción han recibido al sector en los últimos 5 años, ni debatido el cambio de un modelo productivo complejo que debe ser aplicado por los agricultores y ganaderos. Se han limitado a imponer unos objetivos ambiciosos sin contar con el sector.
Y queremos que, de una vez por todas, se nos escuche.
Desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura plantemos cada cuatro años a todos los partidos políticos que concurren a las elecciones una serie de medidas para impulsar al sector. Y cada cuatro años son prácticamente las mismas porque nadie nos ayuda a ponerlas en marcha.
Entre esas medidas se incluyen muchísimas para incentivar la integración de agricultores y ganaderos en cooperativas, porque es la única forma de aumentar la concentración de la oferta y conseguir empresas de los productores con una dimensión relevante en el mercado, capaces de aportar valor añadido a sus productos. Lo hemos visto recientemente con el cultivo de tomate para industria después de que todas las industrias cooperativas cerraran contratación en una media de 150 euros por tonelada, garantizando así la continuidad de un sector productivo en el que Extremadura es líder nacional.
Lo que necesitamos son más agricultores y ganaderos asociados a cooperativas, porque es el mejor modelo que ofrece una respuesta colectiva y eficiente a los problemas de las explotaciones agrarias. Es más necesario que nunca impulsar el papel de las cooperativas que, como empresas de sus socios y socias, trabajan para aportar rentabilidad a su trabajo. Por eso, nuestro objetivo es mejorar la rentabilidad de las explotaciones de las casi 40.000 familias vinculadas a las cooperativas agroalimentarias extremeñas, de las propias cooperativas y del entorno rural en el que generan riqueza y empleo.