El sector se encuentra en estos momentos muy desmoralizado tras una última campaña en la que los apicultores vieron cómo mermaba su cabaña por la tremenda mortandad de colonias, que fue de hasta el 60% en algunos casos, superando con creces una mortalidad “normal” asumida del 10-20 % anual
El sector apícola extremeño atraviesa en la actualidad posiblemente la situación más crítica de las últimas décadas, debido a que acumula dos campañas consecutivas devastadoras y el panorama para la actual tampoco ofrece mucha confianza. Como muestra de ello destaco solo un dato: ahora mismo los apicultores extremeños tenemos una mortandad de aproximadamente el 50% en las colonias de abejas y colmenas de Extremadura. Esta cifra es insostenible en la fecha en la que estamos y, sumada a la mortandad que hubo durante toda la campaña pasada, hacen que la viabilidad del sector en estos momentos sea más que crítica.
El último otoño fue muy seco y el pasado mes de enero tuvimos una ola de frío que en nada ha beneficiado a una cabaña apícola ya de por sí muy debilitada. Las últimas lluvias registradas han sido bien acogidas por el sector, aunque hayan llegado tarde para la apicultura, y hacen albergar esperanzas para la primavera entrante. Esperemos que así sea, y que sea también más duradera que la del año pasado para que los enjambres que aún permanecen vivos recuperen el vigor deseado y las colmenas puedan ser multiplicadas por los apicultores para reponer las bajas antes mencionadas.
Por ello, el sector se encuentra en estos momentos muy desmoralizado tras una última campaña en la que los apicultores vieron cómo mermaba su cabaña por la tremenda mortandad de colonias, que fue de hasta el 60% en algunos casos, superando con creces una mortalidad “normal” asumida del 10-20 % anual. Si bien es cierto que la cabaña pudo recuperarse parcialmente durante la pasada primavera, la corta duración de la misma no logró que dichas colonias pudiesen desarrollarse convenientemente. Esta circunstancia contribuyó, junto a una adversa climatología, a que no hubiese prácticamente cosecha de miel de primavera, con una cosecha de verano muy mermada y desigual debido a la escasa o nula cosecha de miel de retama y girasol, tan importante para los apicultores extremeños. Dicha pérdida de producción se estimó en un 50% para las mieles de primavera y de hasta un 90% para las mieles monoflorales (romero, retama, azahar, eucaliptus…).
Debido a la escasa producción de miel y a la inexistencia de stock de mieles de anteriores campañas, la comercialización no ha tenido demasiadas incidencias. Como para el resto de productos alimenticios las ventas al canal HORECA en la actual situación pandémica se ha resentido, aunque es más preocupante el hecho de que los precios no hayan sufrido el incremento que, debido a esta escasa producción, cabría esperar. Y es que la importación masiva de mieles de países terceros y el insuficiente e ineficaz etiquetado del origen la miel, a pesar de la última modificación normativa, no ayudan al sector en este sentido.
Ante esta negativa situación, el sector apícola extremeño sí ha recibido una buena noticia y es que el Plan Nacional Apícola, que es el programa específico de apoyo de la UE para la apicultura, va a incrementar un 70% su presupuesto ya para la presente campaña 2021. Esta ayuda está cofinanciada entre la UE, el Ministerio y las comunidades autónomas, habiéndose comprometido la Junta de Extremadura a implementar dicho incremento presupuestario. Una ayuda que permite a los apicultores extremeños adquirir maquinaria nueva, reinas para contribuir a la repoblación de la cabaña apícola, contratación de técnicos por parte de cooperativas, adquisición de alimentación, cera, tratamientos veterinarios medicamentosos, etc. y en definitiva paliar en parte el actual incremento de gastos de explotación para el mantenimiento de su actividad.
La actual situación de crisis del sector apícola supone también un problema general para todos porque no podemos olvidar el papel esencial que desempeñan las abejas en la polinización de las plantas, manteniendo los ecosistemas por ese proceso natural de polinización que realizan para que las flores puedan dar semillas y frutos. El equilibrio de la vida depende de ellas, pero también nuestra alimentación porque el 84% de las especies de cultivo y variedades vegetales de Europa existen gracias a la polinización por abejas, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO).
Solo esta circunstancia justificaría la existencia del Plan Nacional Apícola y de las ayudas agroambientales que actualmente percibe el sector. Su continuidad es absolutamente fundamental y necesaria si se quiere garantizar la supervivencia del mismo y mantener la importancia y referencia que la apicultura extremeña tiene tanto a nivel nacional como europeo.
Desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura consideramos la apicultura como un sector que requiere estabilidad en producción, precios, comercialización, sanidad, rentabilidad de las explotaciones y que al ser altamente profesionalizado se sitúa entre los más importantes a nivel nacional. Apostamos por el mantenimiento, mejora constante y continuidad del mismo y recientemente desde la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura se trabaja, entre otras cuestiones, en un proyecto de formación con la Universidad de Extremadura para que el sector apícola extremeño cuente con más profesionales y técnicos especializados o en impulsar la creación de un grupo operativo para avanzar en la lucha contra la varroatosis, sin duda la lacra sanitaria más importante que arrastran los apicultores.