Agricultores y ganaderos están al límite y no puede ignorarse ni reducirse a un problema político de izquierda ni de derecha. El futuro de toda la sociedad se juega con ellos. Si no, ¿quién nos dará mañana de comer?
Empezamos el mes de febrero con la apertura del plazo para que los agricultores y ganaderos extremeños puedan solicitar sus ayudas de la Política Agraria Comunitaria (PAC) que, debe quedar muy claro para todos, son fundamentales para mantener, al menos eso, mantener en la medida de lo posible, la actividad agrícola. Porque si nos quedamos sin nuestro campo, que es muy profesional, que apuesta por la innovación, que cuida nuestro medio ambiente y que mantiene vivos nuestros pueblos, nos quedamos sin nada.
La PAC es esencial para que agricultores y ganaderos puedan vivir de su actividad porque los precios que reciben por sus productos, esos con los que nos alimentamos todos los días, son cada vez más bajos y no cubren, en muchos casos, ni los costes de producción, llevando a una situación extrema de desaparición de muchas explotaciones agrícolas por falta de rentabilidad. Y de eso también debe ser muy consciente la sociedad, porque esta situación, en un sector estratégico además para cualquier país, no es nueva aunque mediáticamente lo esté siendo ahora para muchos.
Desde Cooperativas Agro-alimentarias estamos trabajando decididamente para tener una PAC agroalimentaria y europea, con un presupuesto sólido, específico y complementario con otros instrumentos. No puede haber recortes en esta política y si hay que aumentar la contribución de los países miembros de la Unión Europea (UE) que se haga. Y es que, con los plazos que se manejan, la nueva PAC no entrará en vigor hasta el año 2023, con la incertidumbre ante la salida de Reino Unido de la UE, firme desde la semana pasada. Una incertidumbre económica por la repercusión negativa que el 'Brexit' tenga en el presupuesto destinado a esta política pero también incertidumbre comercial porque muchos productos agroalimentarios cooperativos tienen al británico como un mercado fundamental.
Ahora es el momento de actuar ante el panorama al que nos enfrentamos, porque sin agricultores y ganaderos sencillamente no tendremos qué comer. O al menos no tendremos los alimentos de calidad que tenemos actualmente con trazabilidad y seguridad alimentaria, y tendremos que conformarnos con los que vengan de países terceros sin todas esas garantías.
Apostamos desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura por el incremento de la profesionalización del sector en torno a la PAC para que las ayudas lleguen a quien verdaderamente tiene una actividad en el mundo agrario, por el impulso y fomento de la organización y concentración del sector productor a través de organizaciones de productores de carácter empresarial con el objetivo de reforzar su posición en la cadena de valor agroalimentaria y por diseñar además instrumentos de gestión de mercado públicos y privados que ayuden a mitigar esa volatilidad de los precios.
Por eso se debe dar más protagonismo a las cooperativas en la nueva PAC, porque las cooperativas forman parte de la solución a algunos de los problemas, tal y como demuestra el hecho de que los precios más altos a los productores en la UE se dan en países con las cooperativas más fuertes. Del mismo modo que hay un menor impacto de crisis (económica, aranceles injustos, veto ruso, etc.) en países igualmente con cooperativas más fuertes. Y en casos concretos, por ejemplo en el sector lácteo, las cinco industrias lácteas europeas que mejor pagan a los ganaderos son cooperativas.
Porque los productores integrados en una cooperativa no sólo producen, sino que transforman y comercializan sus producciones. Otro ejemplo: la uva. Los viticultores socios de cooperativas no sólo producen uva en el campo, sino que también se convierten en bodegueros porque la transforman en vino a través de su cooperativa que es quien lo comercializa.
Las que trabajan diariamente para que los productores vendan su producción son las cooperativas.
El sector agrario y ganadero extremeño tiene un potencial enorme, sin embargo el mercado está al final muy concentrado y sería imprescindible que también el sector concentrara la producción, que se apueste por unas cooperativas agroalimentarias más potentes para influir así en las negociaciones.
Agricultores y ganaderos están al límite y no puede ignorarse ni reducirse a un problema político de izquierda ni de derecha. El futuro de toda la sociedad se juega con ellos. Si no, ¿quién nos dará mañana de comer?