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El sistema que funciona
Una OPFH supone apostar por la planificación, tecnificación y mejora de su producción, y ahí han estado y están siempre las cooperativas, porque siempre hemos defendido lo nuestro, porque unirnos tiene muchas ventajas.
A veces, el sistema falla. Pero muchas otras, funciona y bien. Esto último es lo que ocurre con las OPFH. Para los no duchos en la materia, una OPFH es una organización de productores de frutas y hortalizas constituida por productores que comercializan en común su producción. Para los que estamos en una, una OPFH supone apostar por la planificación, tecnificación y mejora de su producción, y ahí han estado y están siempre las cooperativas, porque siempre hemos defendido lo nuestro, porque unirnos tiene muchas ventajas, tantas que has incluso los que no creen en la cooperación se unen en asociaciones.
Y es que una OPFH supone muchas ventajas, sin duda. Pero también muchas obligaciones, porque la agricultura profesional que tenemos es por todas las exigencias que deben cumplir nuestros agricultores que componen la OPFH: tener unos manejos profesionales, muy profesionales, mejorar las instalaciones y medios de producción, apostar por la mejora continua de los productos con sistemas de calidad, producción ecológica, apostar por la investigación y desarrollo experimental de nuevos productos, invertir en modernización de regadíos, en energía renovable… y mantener el medio ambiente.
Y con todo ello, salir al mercado con un producto adaptado a las exigencias de ese mercado que, en el caso de la cereza, es que sea un producto de calidad y con calibre. No todo vale para llegar al mercado y quienes no llegan y además tienen un precio bajo, como han tenido esta campaña pasada todos nuestros cereceros del Jerte, se empiezan a mezclar las cosas.
No podemos olvidar que el sector estructurado de la fruta en Extremadura ha recorrido un largo camino hasta llegar al punto en el que se encuentra. Un camino difícil en el que nos hemos topado con la sobreproducción de fruta en Europa, la imposición del precio a la fruta por parte del comercio sin que se cubran los gastos de producción, la diferencia entre ese precio en origen y el que paga el consumidor y los vetos a la entrada de fruta en algunos países.
Pero un camino que nos ha situado como una de las principales productoras de fruta de hueso, que destaca por su calidad. Y para llegar aquí la clave ha estado en el esfuerzo que ha hecho el propio sector en su apuesta por esa calidad. Para ello, las cooperativas y las OPFH son clave. Sin ellas no seríamos hoy lo que somos y eso hay que ponerlo en valor.
De hecho, el agricultor socio de una cooperativa tiene la garantía de que, a pesar de lo mala que ha sido esta campaña, va a cobrar la cereza. Una campaña que ha sido mala a pesar de que, aunque comenzó con retraso, estábamos bien posicionados en el mercado por la baja calidad que se estaba registrando en otras zonas productoras debido a las lluvias. La mala suerte fue que esas precipitaciones llegaron también aquí, lo que bajó aquí también las prestaciones del producto y, con ello, la pérdida paulatina de la confianza del consumidor de cereza.
Así todas las zonas productoras del mundo de cereza llegamos a la vez al mercado, porque mientras nuestra producción se retrasaba por la meteorología en otros puntos se adelantaba. Eso, unido a la mala calidad registrada, nos hizo entrar en un bucle en el que los precios cayeron y en algunos mercados no había consumo ni compra de cereza ni precio. Todos los cereceros lo han pasado mal esta campaña, pero más quienes no estaban en una OPFH.
La OPFH permite planificar la producción, mejorar la calidad de los productos y mejorar la comercialización de los mismos. Y ha sido eso lo que nos ha salvado: unas variedades de cereza con una calidad excelente y nuestra picota, recuperando así la media de los agricultores y cubriendo al menos costes.
Por delante nos quedan muchos retos: seguir fomentando esta agricultura profesional, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, innovar en el ámbito varietal, abrir nuevos mercados, acabar con las trabas fitosanitarias y potenciar el consumo, entre muchos otros retos. Y estos desafíos se deben afrontar a partir de las organizaciones de productores, que son base para la sostenibilidad de las explotaciones y de la renta de los agricultores, porque aportan mayor poder de negociación y competitividad en un mercado muy global, y porque facilitan el acceso a los incipientes programas operativos.